Fotografías

Aquí estamos 1

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Director
Víctor Gaviria
Año / 1998
Guión
Víctor Gaviria
Producción
Producciones Filmamento
Reparto
Leidy Tabares (Mónica) , Marta Correa (Judy), Mileider Gil (Andrea), Diana Murillo (Cachetona), Liliana Giraldo (Claudia), Alex Bedoya (Milton), Giovanni Quiroz (El Zarco)
Duración
110 minutos

Víctor Gaviria llama la atención porque su ojo cinematográfico se sitúa en pequeños lugares no tomados generalmente por los lentes, no tomados por lo menos para mostrar desde una perspectiva más crítica parte importante de la realidad latinoamericana.

Colombia es un país que vive una eterna estereotipia por parte de los medios de comunicación, los cuales muestran un país en eterno conflicto y crisis social, donde rige el miedo y la inseguridad, problemáticas que se relacionan siempre con los movimientos guerrilleros y el narcotráfico, ambas particularidades repetitivas del discurso mediático que arma una escena particular de Colombia, situándola siempre como un infierno de sangre y miseria, y no como un verdadero espacio de resistencia al entramado preconfigurado de Estados Unidos y sus aliados, que domina con mayor factibilidad al resto del continente.

Quizás por lo mismo, la película «La vendedora de rosas» tuvo una recepción muy negativa dentro de los críticos colombianos, ya que según sus argumentaciones, mantenía o reforzaba aún con más fuerza, aquel estereotipo del cual los medios no dejan que se escape, el del país «en crisis donde reina el miedo y la inseguridad». Pero esta película y el autor, se deben entender como una herramienta de resistencia ante ese estereotipo mediático.

Debemos entender como estereotipo la máxima manifestación discursiva de la fijación, la fijación es la construcción ideológica de la otredad, la cual connota rigidez y orden inmutable y por otro lado, degeneración, desorden y repetición excesiva como lo dice el crítico literario y poscolonialista, Homi Bhabha en el texto El Lugar de la Cultura.

Según el psicoanálisis el estereotipo pasaría a ser el modo por el cual se proyecta en un grupo de personas todas aquellas cualidades que una comunidad o un individuo más temen u odian de sí mismos, y por tanto, sería una proyección que crea una identidad en términos negativos. En este sentido, Bhabha dice que el estereotipo es un modo de representación complejo, ambivalente y contrario, por que implica al mismo tiempo el reconocimiento y la negación de la diferencia. Bhabha plantea que es la ambivalencia la que le da al estereotipo colonial su valor, en el sentido que asegura su repetición en el tiempo, las cosas que se dicen del otro no se pueden comprobar , entonces la única forma de que el estereotipo pueda legitimarse es a través de la repetición y la circulación. y el mantenimiento de este estereotipo, permitiría mantener las cuotas de poder y dominación del colonizador sobre el colonizado.

Víctor Gaviria se desmarca de este estereotipo, ya que se sitúa en los márgenes de la cuidad para ver lo que ocurre en el cotidiano de la marginalidad, y no en un montaje en el cual los que cuentan la historia son grandes esferas políticas y económicas, sino que se sitúa en el aquí de los personajes de la marginalidad cotidiana mostrando otra imagen de ella, una imagen de la marginalidad que le es escurridiza a los discursos oficialistas o afiliativos. Esta marginalidad, no solo es parte constitutiva de la película, desde afuera, sino que también desde dentro, ya que son los personajes de la misma, trabajo ya visto en «Rodrigo D. No futuro», donde los actores sociales de la realidad mostrada, son los mismos actores de la película.

Este es un ejemplo muy contrario al estereotipo mediático del cual los críticos creen que Víctor Gaviria refuerza, ya que esta mirada no está puesta en la agenda mediática, no es algo de lo que se hable, se repita, se manifieste, es algo negado dentro de la supuesta realidad colombiana mostrada por los medios, el contenido de la película, traspasa la delimitación nacionalista y estereotipada que se quiere dar de Colombia, y manifiesta problemáticas que se pueden situar en cualquier lugar de Latinoamérica.

Víctor Gaviria, amplia la mirada en el cine latinoamericano que hoy se nos presenta, el cual es descoordinado de los contenidos del entorno en los cuales deberían situarse, donde existen algunos filmes que intentan articular una idea coherente dentro del discurso fílmico, fenómeno observado particularmente en el cine que está relacionado con la marginalidad, y hablo de marginalidad en este caso, refiriéndome a un estrato social sin acceso a bienes culturales, sociales, educativos y económicos, es ahí donde el ojo fílmico nunca convence del todo, aunque se acerca en ciertos momentos a ese entorno, no logra profundizar en él, o por lo menos, entregar un fragmento que dé un entendimiento más coherente de la compleja realidad de la marginalidad latinoamericana.

Gaviria logra entregar estos fragmentos de la realidad marginal cotidiana de forma coherente y creíble, principalmente a mi parecer por dos razones, la primera esta dada por la realización de una película bajo la base de la investigación de campo, esto es, entablando diálogos, entrevistas, viajes con aquellos que son parte constitutiva de esa marginalidad, la base del guión fílmico son los contenidos entregados en horas de conversaciones y entrevistas grabadas y filmadas con los mismos personajes de la película, son ellos los articuladores discursivos de su realidad, el equipo de trabajo, de cual es director Víctor Gaviria, son aquellos que codifican aquel discurso hablado y vivido, transforman aquel discurso oral a un discurso fílmico.

«Todo consistía en entrevistar, porque este tipo de películas se hace así, entrevistando a la gente…En todos esos detalles y detalles, uno va acumulando y absorbiendo cosas. Ah, nosotros grabábamos en video todo, no sé cuantos casetes, hermano, …tanto las entrevistas, como los ensayos. Y unas buenas secretarias nos pasaban todo eso; teníamos una mano de páginas, no sé, como 600, de entrevistas y entrevistas. Ahí está todo, nosotros no inventamos nada» Comenta Gaviria en una entrevista hecha por Fernando Cortés.

El segundo punto importante, es cómo Víctor Gaviria y su equipo de trabajo, son capaces de situarse como observadores de esa realidad, pero entendiendo que no son constitutivos de la misma, y con esto me refiero a que no son ellos quienes pueden contar esas vivencias, porque no fueron experiencias propias vividas, aunque si puedan haber vivido con esa realidad, no está en sus cuerpos atravesada esa realidad, es una distancia que quizás el creador fílmico latinoamericano pocas veces se ha dado para elaborar sus proyectos. Muchas veces, el argumento de los guiones, son elaborados con una investigación que refuerza aquellos contenidos que estaban en la mente de los ejecutores del proyecto o del guión, o de la película en su totalidad, existe una idea preconcebida de la realidad de la cual una persona o un grupo, quiere hacer notar, por lo que no creen necesario ocupar las herramientas que existen de forma adecuada para que esa realidad se note realmente, se juega a la soberbia interpretativa, la cual termina entregando resultados mediocres, los cuales solo se llegan a juegos de insinuaciones discusivas, que muchas veces confunden al espectador en vez de entregar ciertas cuotas de entendimiento de por ejemplo, esta marginalidad y su cotidiano.

«Me parece que la gente hace guiones muy de acuerdo con las películas que ha visto. La inspiración no es la vida misma, sino las películas, y falta, como quien dice, ese aire que lo haga sentir a uno que realmente está acá, estamos acá, comprometidos con la gente de acá» comenta Víctor Gaviria en una entrevista hecha por Fernando Cortés.

Gaviria y su grupo de trabajo, al situarse desde una posición más alejada, permite que la construcción del guión sea un trabajo colectivo, donde cada uno de los que participan del proyecto entregan un elemento que termina por constituir el todo, Gaviria sabe que sin las experiencias de los niños de la calle, el guión no puede ser elaborado, porque son ellos los que manejan sus códigos, y a la vez también sabe que él y su equipo poseen las herramientas técnicas que permitan entregarle fuerza fílmica a ese contenido que entregan los personas-personajes.