Fotografías

El tercer hombre (The third man)

tercer_hombre

Director
Carol Reed
Año/ País
1959/Inglaterra
Guión
Graham Greene
Fotografía
Robert Krasker
Reparto
Orson Welles, Joseph Cotten, Alida Valli
Duración
93 minutos.

«En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz y… ¿qué tenemos? El reloj cucú»

Con esta frase llegamos a uno de los “puntos más altos” de esta extraña y arriesgada película, tal vez la más valiosa que haya dado Inglaterra al séptimo arte. Una curiosa reunión de artistas hizo que “El tercer hombre” sea una pieza que cuesta encajar. Carol Reed, Robert Krasker, Graham Greene y por supuesto Orson Welles logran crear ese cine indescriptible que hay que ver porque no se puede contar. Persecuciones, alcantarillas, un escritor mediocre, un final para nada convencional, un foco de luz, un trípode cojo y una Viena destruída que me hace sentido con la frase mostrada al inicio y que me aleja del film para razonar por otros senderos.

¿Cuántas obras de arte se han creado con la guerra como telón de fondo? ¿Existirían las obras postguerra de Rossellini y De Sica? ¿Dónde queda la mejor película de Spielberg? ¿Donde queda el cine ruso? ¿los polacos? ¿España? ¿Desaparece el Marlon Brando de “Apocalipsis now”? ¿Desaparece Bruno Ganz de “La Caída” y el Chapli de “El gran dictador”?  ¿Desaparece Ghandi? ¿Desaparece Argelia y su batalla?

El ser humano oscila entre el placer y el dolor, entre la belleza y lo nauseabundo. En los peores momentos de la humanidad, donde el hombre se ha sentido avergonzado: dictaduras, ghettos, guerras aparecen ahí, en una esquina, en las sombras y miserias los actos más bellos que siguen dando esperanza. No una esperanza de salvación total, sino que la esperanza de que el homo sapiens se alimenta tanto de la bondad como de  la crueldad.

Los grabados de Goya duelen como espejos, sin embargo existen y se agradecen, bofetadas masoquistas como la oreja de Van Gogh, como una pirámide egipcia, como los últimos versos de Esenin, como los dedos de Harry Lime buscando la luz.

Raúl Ruiz cita en su genial libro “Poética del cine” la historia épica “Brouellir” de Pau Sima que trata sobre una batalla realizada desde el amanecer, a medida que el día avanza los combatientes siguen batallando sobre los cuerpos muertos que se van acumulando en una gran montaña, el hedor llama a ratones y luego a buitres que cogen los brazos y trozos humanos. Los ratones que se depositaban dentro de los trozos caen regados en sangre mientras se da el ocaso. Finalmente tenemos una bella escena: una lluvia sobre una montaña con la luz del atardecer de fondo. Un cuadro bello e incomparable.

Habrá que entender eso: que somos sólo humanos, ni más ni menos y oscilamos entre el amor y el horror, ni más ni menos.