Fotografías

Freaks

freaks

Director
Tod Browning
Año/ País
1932/USA
Guión
Tod Robbins (de su cuento Spurs)
Fotografía
Merrit B. Gerstad
Duración
64 minutos.

El coraje de un artista es, en algunos casos, un ingrediente que se deja saborear en la admiración y evaluación de una obra. Existen casos notables como la novela Lolita de Nabokov, el poemario Altazor de Huidobro, los primeros trabajos de Frank Zappa, o la experimentación radical de Radiohead con el Kid A. La valentía, no de la creación, sino que de la publicación, la presentación pública.

En el cine, debido a su dependencia económica, la gallardía suele disolverse entre exigencias de tipo industrial, quedando sólo pequeños guiños a algo parecido a la irreverencia. Obviamente existen numerosos contraejemplos de directores que contra viento y marea han logrado salirse con la suya, algunos logrando simpáticos bodrios y otros creando verdaderos clásicos: Apocalipsis now, El ciudadano Kane, El gran dictador, Brazil, ¿Quieres ser John Malkovich?, El topo, Fitzcarraldo, por nombrar algunos.

Existe, sin embargo, un período ligado a cintas  de horror con financiamiento modesto, sin grandes estrellas donde todo podía suceder. Vampiros, hombres lobos, el hombre invisible, Mr. Jekyll, Frankenstein, momias, muñecos diabólicos, monstruos varios y extraterrestres cosechaban un público ávido y fiel que persiste hasta estos días. Es en este escenario que gracias al alero de la Metro Goldwyn Meyer podemos ver hoy una obra como Freaks.

Tod Browning, director del famoso Drácula de Bela Lugosi, estuvo siempre ligado al circo. Con la ayuda de su amigo alemán Harry Earles (el enano protagonista) consiguen obtener el respaldo para realizar Freaks, una galería de seres raros, con malformaciones físicas. Podemos encontrar aquí a la mujer barbuda, siameses, microcefálicos, enanos por montones, mitad hombre – mitad mujer, mujeres sin brazos, hombres sin piernas y el inolvidable hombre-tronco que carecía de todas sus extremidades, pero que lleva a la pantalla una de las escenas más memorables y grandiosas al prender un fósforo y luego el cigarro usando solamente su boca.

Aunque el film se alimenta de la morbosidad del espectador, no existe compasión ni paternidad sobre los personajes, ellos mismos utilizan sus “desgracias” como material humorístico, esto no es un reportaje de la Teletón para llorar, es una historia de seres humanos que incluso logra dar un vuelco en el juicio ético y, de alguna manera, también estético, provocando el odio del espectador hacia la malvada rubia sexy. Ella es la extraña, la intrusa, ella termina siendo la freak de los freaks.

Los freaks saben que son freaks, y se mueven por la vida y los escenarios provocando a los que pagaron el boleto. Con ellos no se juega, finalmente ellos deciden, gracias a ellos se establece la normalidad, se define lo correcto.

Considerada repelente, burlona, una atrocidad y falta de respeto en su tiempo, Tod Browning fue castigado de por vida gracias a esta película que fue rescatada treinta años después por cinéfilos intrusos. Hoy es un verdadero clásico y se agradece enormemente la valentía de Browning por crear este freakerío dentro de tanta falsa belleza.