Director Centro de Extensión Cine Arte Normandie
Las salas de cine arte son espacios que constituyen realidades diferenciadas de las salas comerciales.
Esta distinción incide en la doble función que puede asumir el cine. Por una parte, puede ser un medio de entretenimiento, de diversión, una manera de “matar el tiempo”, limitándose sólo a eso. Gran parte del cine ha tenido este rol desde sus inicios, hace más de un siglo y a lo largo de su historia. La evolución del cine en las últimas dos décadas, ha acentuado este fenómeno hasta extremos no conocidos antes.
Por otra parte, y también a lo largo de su historia, el cine ha sido un medio creativo, un arte, una fuente de educación y de formación, un instrumento muy importante de comunicación entre culturas y naciones. Cualquiera historia del cine que se consulte recoge el testimonio de esta contradicción. Es aquí donde reside el fundamento de la diferenciación entre la difusión cultural del cine y su explotación comercial y entre salas de arte y salas comerciales.
Por ello es necesario instituir a las salas de arte como espacios que deben ser protegidos y estimulados en su quehacer. No son tanto las películas, en sí mismas, las que deben ser objeto de protección (excepto en lo relativo al fomento de la producción nacional) sino el contexto en que éstas se presentan y donde se produce su interacción con el público. Es absolutamente distinto exhibir un filme en un circuito de salas comerciales, rodeado de una publicidad muchas veces engañosa y bajo un régimen de explotación mercantil que presentar ese mismo filme en un espacio que propicia la reflexión sobre su propuesta y, por tanto, su apreciación en un ambiente cultural adecuado.
Lo que importa es distinguir la explotación comercial del cine de su difusión con propósitos culturales. Así por ejemplo, un género tan exitoso y popular, hace unas décadas, como la comedia italiana puede ser presentado -en un ciclo o muestra- hoy día en una sala de arte y ello es un aporte valioso porque ese cine ya casi no se ve y mucho menos en forma orgánica, como puede ser un ciclo. Lo mismo puede decirse de expresiones otrora populares como géneros, temas y formas cultivados por cinematografías latinoamericanas, que entregan luces sobre nuestra identidad y que, sin embargo, hoy casi nadie puede conocer.
De lo anterior fluyen los elementos para definir el rol de una sala de arte. El propósito y el sentido de su acción debe ser enriquecer y ampliar las posibilidades de opción del espectador, posibilitando el conocimiento de cinematografías poco difundidas, de obras que las grandes distribuidoras no importan al país por considerarlas “difíciles” o por otras razones.