Director: Sergei Eisenstein
Año: 1944 y 1958/ Rusia
Guión: Sergei Eisenstein
Fotografía: Andrei Moskvin (interiores) y Eduard Tisse (exteriores)
Duración: 95 y 88 minutos
Iván El Terrible cuenta la historia del zar Ivan IV, figura histórica del siglo XVI que unificó los estados feudales de la tierra rusa oponiéndose a los Boyardos y la iglesia ortodoxa.
El film fue pensado en 3 partes: la primera estrenada a fines de 1944 fue ganadora del premio Stalin, pues Stalin era un admirador de Iván como figura única de poder. La segunda parte fue censurada y confiscada por el mismo Stalin, pues mostraba a Iván como un tirano esquizofrénico, desconfiado y cruel que cuestiona si su poder deriva de Dios o del pueblo. Hubo que esperar hasta 1958, 5 años tras la muerte de Stalin, para que la segunda parte fuera estrenada aunque ya Eisenstein había muerto en 1948. Obviamente la tercera parte no alcanzó a realizarse.
Aunque Eisenstein es mundialmente conocido por su teoría y puesta en práctica del montaje, aunque en ésta, su última película, se aprecian influencias variadas como del expresionismo alemán y el teatro, jugando con la profundidad de campo, las sombras y las exageradas actuaciones de los personajes. La película provoca interés más por su cuidada estética que por su forma narrativa, la fotografía de exteriores es simplemente notable en manos de Eduard Tisse que ensalza la figura de El terrible frente a un pueblo minúsculo.
Curiosamente en la segunda parte la película pasa del blanco y negro al color, pero trabajado con filtros, como se usaba en la época muda. Eisenstein tenía toda una teoría sobre la manera de usar el color y el sonido en el cine que, salvo en esta secuencia, no alcanzó a llevar a la práctica. Estas escenas sólo ocupa los colores rojizos y azulados que fueron ocupados en los momentos en que se muestra al zar en su forma más perversa. Pero si comparamos la expresividad de una secuencia en blanco y negro a aquellas en colores notamos una evidente superioridad en el contraste de grises por sobre este forzado colorido.
La película se recrea como una potente descripción de la ambición de grandeza y el dilema de decisión en el actuar, algo que vemos en otras grandes películas como el Kane de Welles, el Aguirre de Herzog o el Hamlet de Kozintsev.Sin duda habría que haber visto la tercera entrega de la saga para ver el sentido final que se le daría al color y a la figura gigante de Iván El Terrible en el ocaso de su poderío. Habría que resucitar a Eisenstein y asegurarse de que Stalin sigue muerto.
Por: Don Butaca Martínez
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