Hace poco terminaron de transmitir una de esos experimentos sociológicos que están haciendo los canales, los llamados “reality”. El último que nos tocó ver, “Amor Ciego” causó una conmoción grande dentro del país, al punto que sus imágenes permearon hacia otros géneros. Luego de finalizado el reality surgió de inmediato un video (tipo youtube) que hacía una reaggetton con la situación ganador. Anteriormente el célebre “¡porqué no te callas!” había tenido un privilegio similar. El “The Clinic” utilizó uno de los dichos más celebrados del reality (un gritito que dice “¡papá, papá!” y que se supone que es el símbolo del choro de pacotilla) como una de sus portadas y por último una marca de cerveza utiliza al ganador como uno de sus personajes.
Pero ¿qué fue lo que ocurrió? ¿Por qué se generó este nivel de popularidad para el reality?
El guión del reality era tan simple como inquietante. Un grupo de sujetos debía conquistar a una chica. La chica era la encargada de seleccionar, mediante eliminaciones sucesivas, al ganador “de su corazón”. La primera metáfora que a uno se le viene a la mente es aquello de los espermatozoides tratando de entrar al óvulo. De todas formas, no es la primera vez en la historia de la humanidad que se realizan juegos de esta índole. Los cuentos para niños están plagados de situaciones en las que un grupo de príncipes “de las regiones más remotas” llega hasta el palacio para tomar la mano de la princesa. El padre, usualmente, es quien convoca esta clase de concursos. Todos los que hayan leído esas historias recordarán que el ganador era siempre el contendor más humilde. El ganador no era el príncipe más rico y si lo era, estaba disfrazado de pobre, o nadie le había informado que sus padres eran los monarcas de alguna región encantada. En el caso del reality “amor ciego” se daba sin duda la misma lógica; el espermatozoide ganador no sería el más robusto o el de mejor aspecto sino el más humilde: voz de pito, bajo de estatura y un poco ridículo. Si es que esto no estuvo pauteado por el canal, quiere decir que la chica-óvulo había leído demasiados cuentos de princesas. La otra opción, la que supondría una jugada maquiavélica por parte de la chica–óvulo es que ella halla elegido al más popular para ganarse una parte de su popularidad. Una opción como esta no me parece nada de descabellada.
Ahora, la capacidad que han tenido las expresiones del ganador de instalarse, rápidamente, en el imaginario colectivo del chileno, tienen que ver con esa costumbre de estar apoyando siempre al más humilde (entre David y Goliat ganará siempre David) y uno se pregunta de inmediato porqué. La respuesta que puedo aventurar es que el chileno promedio se siente fuertemente identificado con el humilde porque se ve a si mismo como humilde. Y esa clase imágenes le da esperanzas al humilde: “si ese güeón fue capaz ¿porqué yo no?”. Con esa frase el chileno promedio recupera bastante seguridad en sí mismo, baja mucho su ansiedad. No debemos olvidar que en la “Condorito” (una revista ya arraigada en el inconsciente colectivo del chileno) el héroe es el pillo, el gracioso, el avivado. Por eso Cortizona nunca tendrá a Yayita.
Por: Ricardo Chamorro