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La Ciberrealidad y la Matrix

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Una de las películas que más impactaron al mundo en su oportunidad fue la película “The Matrix”. Ya todos conocen el argumento de la cinta pero puedo resumirlo en “una sociedad futura, en la que los hombres no son hombres sino fuente de energía de una gran computadora”. Pero la supercomputadora no solo se queda con la energía de los humanos. Nadie entrega algo gratis, y menos un humano. La estrategia de la supercomputadora para quedarse con la energía humana requiere que a éstos se les tenga engañados, requiere que ellos crean que no existe la computadora sino que una ciudad allá afuera, en que se viven todas las vicisitudes de siempre. Por supuesto, alguien podría decir: la trama esencial de la película está sacada de la mente de un paranoico. Las construcciones de la paranoia tienen también ese cariz: son construcciones muy bien armadas, en las que se tiene respuesta para cualquier objeción. Después de todo al salir del cine, nos surgen espontáneas las preguntas ¿vivimos en una matrix? ¿es todo lo que vemos a nuestra alrededor tan solo una realidad “virtual” creada por la máquina?. Ideas como esa no son nuevas. Borges gustaba recordar el mito hindú en que nuestra vida completa no era más que el sueño de un dios. Cuando el dios despertara el mundo acabaría. Quizá suene un poco enfermo, pero creo que la pregunta de si acaso vivimos en una matrix, con una realidad virtual creada por ella, es digna de intentar responderse.

Ante todo debe indicarse que la película de enmarca en el subgénero de las anti utopías. Aquellas que imaginan el futuro, pero no lo imaginan feliz, sino un desastre. Otros ejemplos de  esa clase películas son Fahrenheit 451 y 1984. Estas tres películas tienen en común la imagen de un ser humano que ha perdido completamente su libertad. Brazil, por su parte, es el futuro “que podría haber sido” de mantenerse las condiciones que se daban en la era de las burocracias. Podemos decir que, en ese sentido, se trata de una Ucronía. Es como imaginar que Hitler ganó la guerra y no que la perdió. De todas formas apela al mismo patrón: un ser humano que ha perdido su libertad.

Pues bien ¿vivimos o no vivimos en la matrix? La respuesta que veo a diario es que muchas de las técnicas realizadas por la matrix, ya se emplean en mayor o menor grado. Porque ¿qué hace el hombre al vivir en la ciudad todos los días? Cuando uno mira nuestras actuales ciudades, con su boom del desarrollo inmobiliario, lo que ve es “grandes edificios al interior de los cuales viven hombres y mujeres que son mantenidos en ambientes seguros y tibios”. Las enormes construcciones donde se apiñan cientos de familias poseen muchas instancias para “ocupar el tiempo” y en ese ocupar el tiempo se hacen notables traspasos de energía a una superestructura: el edificio entero. Una imagen que a mí me conmueve es la fila de trotadores que se ve en los gimnasios incorporados al edificio. La fila avanza hacia nada, embelesada en la pantalla que tienen al frente. No me extrañaría que las máquinas de los gimnasios poseyeran dínamos que captan la energía de los movimientos para llevarlos a una gran central. Es más: ni siquiera me parece mala idea.

En muchas partes, los trabajos tienden a lo mismo: los arquitectos de la ergonomía diseñan cubiles cada vez más pequeños donde el oficinista promedio tiene todo lo que necesita. No requiere, en principio, que se levante de su silla. Recuerdo una propaganda radial donde se ofrecía un programa informático que organizaba el tiempo de manera precisa y eficiente, de tal manera que “se acababan los cafecitos a media mañana y las conversas en los pasillos”. Se evitaba, en suma, que el trabajador desperdiciara energía que era “de la empresa”. Porque bueno es decirlo, aún resuena el concepto marxista de enajenación: el resultado de los esfuerzos de cada oficinista no le pertenece a él, le pertenece a la empresa. Esto no es algo que pase en lejanas fábricas chinas. El profesional chileno no puede poner su firma en una planilla excel como si fuera su creatura. Va la firma de la empresa.

A este deseo de los ergonomistas de tener al funcionario sentado se agrega un elemento nuevo que durante la burocracia no existía: Internet. La Internet tiene un elevado potencial adictivo. Por otro lado, su grado de virtualidad es muy alto. Las cosas que ocurren en la red no necesariamente tienen su correlato “real”. Un ejemplo es el facebook. Las cosas que ocurren en facebook, muchas veces se quedan allí. Recuerdo el sujeto que se ha sindicado como uno de los violadores de Las Condes, con una activa participación en facebook, al punto de poseer una novia virtual. Ignoro si le tocó un pelo a la novia virtual, pero sospecho que no. Un último ejemplo de virtualidad, muy orientada a tipos que viven en edificios, de donde no salen casi a la calle: el nintendo wii. En el nintendo wii, cada vez más, se pueden jugar los juegos que antes eran reales: hay cocina wii, golf wii y boxeo wii. Por más que uno se pregunte ¿es que acaso la cocina wii es mejor que la cocina real?. Por ahora, la cocina real tiene un subproducto, más allá del mero juego: un platillo de verdad. Es muy probable que los jugadores de cocina wii no sepan cocinar en realidad.

Con los ejemplos anteriores queda claro que abundan los métodos para quitar energía a los habitantes del edificio “en altura”. De esta forma la película de Matrix es algo más que la fantasía de un paranoico: es la metáfora de la sociedad en que vivimos. No me extrañaría que en un futuro, quizá no lejano, se reemplacen las sillas  frente a la pantalla por tazas de water. Por lo menos, hubo una empresa de supermercado que repartía pañales de adulto a sus cajeras, para que no se levantaran al baño. De eso a lograr que el empleado no se  levante jamás de su silla, hay solo un paso.

Por: Ricardo Chamorro