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La visión del cotidiano en Rohmer

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Eric Rohmer, su seudónimo, condensa gran parte de lo que significa él como creador, seudónimo que nace por un lado, por una referencia al director de cine austrohúngaro Erich von Stroheim y el novelista británico Sax Rohmer, y por otro lado, por su pasado como profesor de literatura, escritor, crítico y director de cine.

Este nombre asignado por él mismo, encierra en gran parte lo que es su cine, el cual posee un trabajo literario realista en su relato cinematográfico, esto es, un modo sencillo de relatar una historia, impregnada de diálogos y de una ambientación que sugiere un lugar para hablar de un tema determinado, donde nunca lo que se dice puede sonar a revelación, por que esta revelación está dada justamente por la sencillez de lo que se dice, del cómo se dice y dónde se dice, Michel De Certau en su libro “La invención de lo cotidiano”, se refiere a esta sencillez de la obra, haciendo alusión al cómo se debe analizar, y ver lo cotidiano y lo ordinario en el texto :

“Para leer y escribir la cultura ordinaria, hay que reaprender operaciones comunes y hacer del análisis una variante de su objeto”.

Trabajo que Rohmer realiza en cada uno de sus films con la aportación de una forma de mostrar lo ordinario de la existencia, tanto con los personajes, como con las historias.

Eric Rohmer deja hablar a sus obras, les da respiros que permite al espectador introducirse en un tema que puede aquejar a cualquiera. Rohmer o Jean Marie Maurice Scherer, impregna sus films de la excepcionalidad de lo cotidiano y común. La vida está llena de pequeños detalles que son al fin y al cabo, las que terminan contando nuestra vida completa, los grandes acontecimientos son nimios momentos de una ahora larga existencia.

Es entonces, la valoración de lo cotidiano que entrega Rohmer en sus films, lo que les permite obtener la importancia que tienen. Es en esa mirada de lo común donde se observa una nueva forma de ver la existencia, en la tranquilidad y la angustia del vivir y el sobrevivir, en lo trabajoso y conflictivo que resulta seguir la vida que se lleva, cualquiera sea esta.

Eric Rohmer logra el cruzamiento de una existencia particular, mostrada por un personaje dado, que cruza la historia de quizás cualquier persona del mundo, transformando el contenido de sus obras en algo universal, la sencillez del relato logra traspasar cualquier barrera sea esta, la idiosincrasia, el idioma, el entorno, etc, ya que el “vivir como ser humano” es algo propio de todos los que cumplimos la condición de ser “seres humanos”.

Esta mezcla de sencillez está dada por una infinidad de elementos que componen la obra, entre ellos está la improvisación constante que realiza Rohmer en los diálogos, en la escenografía, en la música, etc. En general, intenta hacer que los films caminen libres por sus senderos, y para ello permite que los actores improvisen lo más que se pueda, lo que entrega a su relato cinematográfico, una naturalidad en el actuar de los personajes que se puede llegar a pensar, que lo que se muestra ocurrió realmente, que puede ser la filmación de un camarógrafo a un diálogo cualquiera de un lugar cualquiera.

Otro elemento que caracteriza su puesta en escena, es la no utilización de música no diegética. Rohmer valora los sonidos de la naturaleza, del ambiente y las voces, ésa es la música que impregna sus películas, en una entrevista dada a Revistas Culturales se refleja este hecho:

“Para mi, la música cinematográfica convencional es un neoplasmo. En lugar de enriquecer la imagen, en realidad la empobrece… El cine es música en el sentido metafórico del término, una música de las imágenes…el tiempo de la música es un tiempo estético, mientras que el tiempo del cine, es, esencialmente, un tiempo vivido”.

Rohmer interviene los elementos básicos que tiene la particularidad del film como trabajo artístico, esto es, la posibilidad del manejo del tiempo. Este elemento central en la aportación del film a las artes, debe utilizarse, según Rohmer, pero en pro de la visualización del presente, que aquellos elementos que nos entrega el cine, aporten a visualizar un momento presente y no intentar ver el pasado, en la entrevista dada a Revistas Culturales el director se refiere a este tema:

“La imagen del cine es el presente, porque a cámara no puede examinar los detalles que uno no ve…Me interesa mucho más visualizar lo invisible a través de lo visible que tratar en vano de visualizar lo invisible. El pasado no se puede ver, y para mi, tampoco se puede filmar”.

Eric Rohmer, para lograr cada uno de estos objetivos, intenta trabajar con pocos elementos técnicos, pero con un equipo profesional más o menos estable, lo cual le permite obtener la fluidez de sus obras, sus films son en general un trabajo colectivo, donde todos los que participan de la puesta en escena aportan gran parte de la misma, es en la iluminación donde puede verse parte de ese aporte, donde el director de iluminación no refleja nunca los focos a las caras de los actores, porque quiere que las escenas no pierdan la naturalidad, evitando así la rigidez que se produciría en los rostros de los actores al enfocarlos directamente.

Después de desencadenar estos aspectos de sus films, podemos entender porque este director se enmarca en el movimiento cinematográfico llamado Nouvelle Vague, del cual formaron parte directores como François Trauffaut, Claude Chabrol, Jean Luc Godard, entre otros.

Esta Nouvelle Vague es el llamado cine de autor, donde el creador impregna sus films de una idea, una moral y una ética personal, que le da un sentido propio a la obra completa. Transforma el relato cinematográfico en un lenguaje específico que el autor introduce al film. Forma tal cantidad de conceptos respecto a la producción del film, que estos dejan de ser meras obras de arte y se transforman en un complejo engranaje teórico que interviene el formato cinematográfico y la forma de percibirlo.