La vida no está hecha de milagros
La muerte cierne sus sombras sobre ella
A veces puedes desasirte a veces no
Es una gran puta que te envuelve
Sus besos caen como guijarros
Te duelen en el alma
O en esa extraña quietud
Que anuncia todas las tormentas
Algunos creen que pueden burlarla
Entregarle un billete oscuro
A cambio de la inmortalidad
Rozan luego su pelvis
El vello púbico les humedece los labios
La danza del coito en la ciudad perdida
Jugueteando con la mercancía de los sueños
Ninguna fantasía se escapa a sus designios
Ni proféticas ni eróticas
La verdad es quizás,
En su crueldad,
Más sencilla e inaceptable:
Soliloquios binarios
Condenan a todos
A vagar por la muerte
Creyendo estar vivos.
creditos:
René Acevedo
Por: Luciano Vera
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