Fotografías

Tiempos de Revancha

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Director
Adolfo Aristarain
Año / 1981
Guión
Adolfo Aristarain
Música
Daniel Castronuovo
Fotografía
Abel Facello
Reparto
Federico Luppi, Haydée Padilla, Julio De Grazia, Ulises Dumont, Jofre Soares, Aldo Barbero, Enrique Liporace, Arturo Maly, Rodolfo Ranni, Jorge Hacker, Alberto Benegas, Ingrid Pelicori, Jorge Chernov, Cayetano Biondo, Marcos Woinsky.
Duración
112 minutos

 

Tiempo de Revancha de Adolfo Aristarain, nace luego de su contrato con la productora Aries, la más grande de ese tiempo en Argentina, con la cual realizó en un inicio, dos películas de corte comercial, para luego realizar “Tiempo de Revancha”, que es la primera de una trilogía policíaca.

Bajo este contexto, no es de extrañar que la narrativa de la película sea tan poderosa, ya que nace desde la represión y el silenciamiento de contenidos.

El film estrenado en 1981, en pleno período de la dictadura militar argentina, muestra como se conforma la nueva economía local, donde la empresa es el modelo represor, autoritario y explotador por excelencia, y que cada vez rige con más fuerza. A pesar de ser una filmación y argumento armado desde la realidad argentina, esta película poco o nada dista de la reorganización política adoptada en toda Latinoamérica y de la cual hoy comemos los frutos todos, sean estos podridos o dulces.

La película muestra, la historia de un ex dirigente sindicalista, quien luego de una larga cesantía decide limpiar de sus papeles sus antecedentes políticos. Esto con el objeto de trabajar en una gran empresa de la minería llamada Tulsaco, donde su labor es la de experto en explosivos.

Este inicio de la historia, cuenta un poco como es necesario vender un pasado “limpio” de historia, transformarse en un perfecto mantenedor de sistemas, para que sea plausible entrar a “producir” para comer. No existe otro modo de poder salir de una situación marginal de cesantía, si se mantienen vínculos fuertes con un pasado y/o presente crítico, sobretodo si este ideológicamente no está de acuerdo a las “leyes del mercado”.

La cesantía es un lugar de resistencia, pero hasta donde dé el estómago de cada cual. Este personaje encarnado por Federico Luppi, decide abandonar esta resistencia en pro de su estómago, acto que va a producir un desencadenamiento de acontecimientos que lo llevan nuevamente a sus raíces reivindicativas.

El personaje entra a trabajar a la empresa pero no puede soportar aquella realidad que se le es impuesta bajo este modelo económico despótico, ya que es un lugar del cual siempre rehusó ser participe, poniéndose en el lado de la resistencia, es por esto que termina creando una micro política de resistencia desde dentro de la empresa para desestabilizar su estructura.

La película logra mostrar cómo se puede ejecutar una micro política de resistencia y entender los costos que esta tiene. Aquí conviven dos ejes centrales, uno es la historia de quien ocupa el lugar de la resistencia y el otro es el contexto en el que se desarrolla esta resistencia, que generalmente es una institución rígida.

El director Adolfo Aristarain logra encadenar de muy buena manera, el cómo un personaje-persona, no tan solo se vale de su conciencia en un acto reivindicativo sino que incluso aún más relevante es el contexto de este acto, que lo impulsa casi irremediablemente a ocupar ese lugar.

Federico Luppi o Pedro Bengoa en la película, está marcado por un pasado de resistencia que cruza tanto su vida personal como social. Es entonces esta conciencia personal la que se gatilla bajo cualquier contexto propicio, como lo es en este caso, las difíciles condiciones laborales que debe vivir.

La llegada a la empresa y su reacción ante ella es gatillada por dos razones principales, la primera es el encuentro con un muy buen ex compañero sindicalista, quién conoce el pasado y presente fraudulento de la empresa y le propone una estrategia para obtener una indemnización millonaria por accidente laboral, la cual implica la necesidad de quedar mudo temporalmente, problema que no puede ser comprobado científicamente, y que es tomado legalmente como problema postraumático y por ende, como accidente laboral.

La segunda razón es que el personaje en su trabajo debe tomar una serie de determinaciones despóticas en pro de la empresa que lo transforman en un capataz torturador y asesino, valga la redundancia, situaciones que terminan por hacerlo aceptar la propuesta de su compañero.

Esta labor que supuestamente debería realizar su compañero, debe ocuparla él debido al deceso del mismo, es entonces cuando aún más se gatillan sus ganas de lograr poner literalmente en tela de juicio a la empresa y transformarse en la labor que simbólicamente realizaba en la empresa, en un explosivo dentro de la misma.

Es en el juicio donde empieza la representación de la lucha de clases, dada por una serie de componentes ideológicos que se incrustan en situaciones, instituciones y personajes.

En primera instancia, está “la empresa” o el lugar de poder, el cual se desviste en el largometraje como una institución que logra la acumulación de su capital o de su poder, a través del uso del fraude. La empresa minera es el primogénito económico de una multinacional, y es una mentira armada para legalizar los negocios a través del crédito. Hay que entender que cualquier poder esta dado por aquel que entiende de que la ley está hecha para dominar y no para cumplirla, el poderoso tiene una función moralizadora, pero se encuentra por sobre de esta función, tiene el deber de hacer que los dominados, los otros, cumplan la ley para que el orden institucional no se desvanezca, aquel que entiende esta premisa, entiende el funcionamiento ideológico de los grupos de poder.

Bajo esta poderosa armazón institucional esta la persona que ocupa el lugar de la resistencia, quien logra ejercer una verdadera resistencia debido a tres elementos principales. El primero es el manejo de un secreto, que en este caso es la conformación fraudulenta de la empresa, el segundo elemento es la utilización de un arma, que en este caso es la mudez y el tercero es la fuerza de la contra marginalidad, que es un personaje indígena que trabaja en Tulsaco y que en cada acto ejerce una resistencia.

La mudez, o el silencio, es una lúcida mirada de lo que puede ser un arma que representa a una clase social. Quizás, Aristarain se sentía verdaderamente silenciado realizando esos dos largometrajes comerciales para la productora Aries, se sentía asesinando al espectador, quizás por eso transforma a Pedro Gamboa, un hombre de clase media y una historia política determinada, en un verdadero trabajador de la mudez. La presión a la cual es sometido para obtener su objetivo, que es el conseguir superfluamente la indemnización, pero profundamente el desnudamiento de esta institución, lo transforma en un personaje que hace girar su vida alrededor del silencio. Esta arma se transforma en una autotortura, es la necesidad del que reivindica de tener que autoflagelarse para lograr mantener la resistencia, es el uso contradictorio de la tortura para reivindicar. Este silencio también es la condición de un pueblo que estaba viviendo en esos momentos en carne propia, el mantener el silencio por el miedo ejercido dentro de una dictadura militar.

Por último, está, “siguiendo el orden de las jerarquías de la historia”, la importancia del marginal, del indígena en la historia latinoamericana. Este es un personaje siempre secundario en la película, tal como lo es en la historia oficial o en la vida no ficcionada, esto, a pesar de ser el eje central para que Pedro Gamboa logre ganar el juicio. El indígena es quien no tiene nada que ganar, solo puede perder y lo hace porque sabe que es una pieza indispensable para que funcione la maquinaria de la resistencia, lugar en el que siempre se va a encontrar por su condición social. Es también un personaje que es parte de un todo, no el centro de un todo, ejerce el lugar de aquel que no se entiende a si mismo como un egocéntrico, sino como un componente de un engranaje, sea este natural o artificial. Es una persona que posee una cosmovisión de la realidad, que le permite salirse de si mismo, para entrar en el todo. Dentro de la resistencia, el indígena es la antítesis de Pedro Gamboa, nunca va a ser el centro de la historia, pero sin él la historia de Gamboa no existe, es quién sujeta, resiste y muere.